Los bardos de Fulano,
cuya parva de problemas
hace extraviar la única aguja que se le solicitó.
Los planes de Mengano,
que dependen del tiempo, el espacio y
cuándo no, del capital de uno.
Las frustraciones de Zutano,
incapaz de entender por qué
la gente no lo aplaude todos los días.
Las cavilaciones de Perengano,
que lo llevan a concluir que
para donde desea ir, es mejor hacerlo solo.
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