En The
Sandman, la serie de cómics de DC que se publicó de 1989 a 1996 e hizo famoso a
Gaiman, el cuenta una historia acerca de un escritor llamado Richard Madoc.
Luego de que el primer libro de Madoc demuestra ser un éxito, se sienta a
escribir el segundo y descubre que no se le ocurre ninguna buena idea. Esta
dificultad desaparece luego de que acepta un obsequio inusual de un viejo
escritor: una mujer desnuda, única, a la
cual mantuvo encerrada en un cuarto de su casa durante 60 años. Ella es
Calíope, la más joven de las Nueve Musas. Madoc la viola, una y otra vez, y su
carrera florece de la manera más extraordinaria. Una joven lectora le dice
cuánto adoró su caracterización de una mujer fuerte, apurándolo a decir,
"A decir verdad, me considero un escritor feminista." Su caída llega
sólo cuando el héroe de la historia, Sandman, también conocido como el Príncipe
de Historias, libera a Calíope de su cautiverio. Un ser de creatividad y
carisma sin fronteras, Sandman gobierna el Sueño, el reino que visitamos cuando
dormimos, donde "se crean las historias". Más antiguo y más poderoso
que los dioses más poderosos, él puede recompensarnos con delicias exquisitas o
castigarnos con pesadillas interminables, dependiendo de lo que él sienta que
nos merecemos. Para castigar al violador, Sandman inunda la mente de Madoc con
un torrente de ideas tan salvaje que es incapaz de escribirlas, mucho menos sacarles provecho.
Mientras
los alegatos de la conducta sexual indebida de Gaiman aparecieron el pasado
verano, algunos observadores percibieron que Gaiman y Madoc tienen ciertas
cosas en común. Como Madoc, Gaiman se ha llamado a sí mismo feminista. Como
Madoc, Gaiman a acumulado grandes premios (para Gaiman, premios en ciencia
ficción y fantasía así como docenas de premios por novelas contemporáneas,
cuentos, televisión y cine, ayudándolo, de acuerdo a varias fuentes, a ser
exponencialmente millonario). Y como Madoc, Gaiman ha llegado a ser visto como
una figura que trascendió, y transformó, los géneros en los cuales escribió:
primero cómics, luego fantasía y literatura infantil. Pero durante la mayoría
de su carrera, los lectores lo identificaban no como el violador, que aparece
en un solo número, pero con Sandman, la fuente inagotable de historias.
Uno de
los dones más grandes de Gaiman como contador de historias era su voz, un
cálido y gentil instrumento que había afinado de pequeño a través de lecciones
de elocución en East Grinstead, 15 kilómetros al sur de Londres. En América, la
gente erróneamente asumía que era un caballero inglés. "Él hablaba muy
lentamente, de una forma hipnótica," dice uno de sus antiguos estudiantes
en el seminario de escritura fantástica Clarion. Escribía de esa forma también,
con ritmo y mesura, arrullándote en un trance en la manera que un bardo lo haría
con una lira. Otro don era su memoria. Tiene "bibliotecas repletas de
libros memorizados," me dijo uno de sus viejos amigos, señalando que podía
evocar los números de página de sus pasajes preferidos y recitarlos palabra por
palabra. Su enorme colección era lo suficientemente ecléctica como para abarcar
tanto una caja de comics (Spider-Man, Silver Surfer) de su niñez y las obras
de Oscar Wilde que recibió de regalo para su bar mitzvah. Para The Sandman, una
propiedad de DC olvidada que le habían encomendado desempolvar y pulir, Gaiman
le dio al héroe un cambio de imagen, reemplazando su traje verde, fedora y
máscara de gas con la armadura de cuero de un gótico atormentado, y lo rodeó
con personajes extraídos de los libros que podía hojear de su biblioteca
mental, desde íconos clásicos como Shakespeare y Lucifer hasta el oscuro
excéntrico Joshua Abraham Norton. Norman Mailer lo llamó "una tira cómica
para intelectuales."
Gaiman y
Sandman compartían una predilección por vestir de negro, una melena de pelo
negro rebelde, y un poder erótico pocas veces poseído por autores de cómic y
novelas de fantasía. Un descendiente de inmigrantes polaco-judíos, Gaiman tuvo
sus comienzos en los '80 como periodista por encargo en Londres escribiendo
acerca de Duran Duran, Lou Reed y otros nobles melancólicos del rock, y en el
mundo de las convenciones de comics, era lo más cercano que había a ese
arquetipo. Las mujeres se presentaban allí vestidas con la elaborada
indumentaria gótico-victoriana de sus personajes y le rogaban que les
autografíe los pechos, o le deslizaban las llaves de sus cuartos de hotel. Una
escritora recuerda haberse encontrado con Gaiman en una World Fantasy Convention
de 2011. Su asistente no estaba con él, y estaba llegando tarde a una lectura.
"No puedo llegar si camino solo," le dijo. Mientras marchaban hacia la
convención uno al lado de otro, "todo el piso lleno de gente giró la
cabeza y se abalanzó hacia él", dice. "Querían relacionarse con él de
maneras en las que no estaba preparada para defenderlo." Una mujer cayó a
sus pies y lloró.
La gente
que se agrupa en convenciones de fantasía y firmas de libros constituyen una
"comunidad inherentemente vulnerable," una de las antiguas amigas de
Gaiman, escritora de fantasía, me dice. Se "envuelven a sí mismos en torno
a un texto que les encanta de forma tal que se vuelve su identidad," dice
ella. Quieren compartir sus almas con los creadores de esas obras. "Y si
tenés un mínimo de moral, decís 'no.'" Era un secreto a voces al final de
los noventa entre los asistentes de convenciones que Gaiman había engañado a su
primer esposa, Mary McGrath, una Ciencióloga reservada con la que se había
casado en sus 20. Pero en mis conversaciones con los viejos colegas,
colaboradores y amigos de Gaiman, casi todos ellos me dijeron que nunca
hubieran imaginado que las aventuras de Gaiman podrían haber sido nada más que
efusivamente consensuadas. En palabras de un editor importante del rubro,
"La única cosa que escucho una y otra vez, principalmente de mujeres, es
'El siempre fue bueno conmigo. Siempre fue un caballero'". La escritora
Kelly Link, que conoció a Gaiman en 1997 en una de sus lecturas, lo recuerda
como adorablemente zonzo. "Era desdichado de una manera particularmente
exasperante," dice ella, "pero eso también lo hacía aparecer bastante
inofensivo." Alguien que tuvo un encuentro sexual con Gaiman en los 80 lo
recuerda hojeando unas tarjetas escritas por los fans en una sesión de
preguntas y respuestas. Una vez, una fan le preguntó si podría ser su
"esclava sexual": "lo leyó en voz alta y dijo 'Ehh… no.' Parecía
muy recatado."
Pero hubo
otros que vieron un lado distinto del autor. Una mujer, Brenda (seudónimo),
conoció a Gaiman en los '90 en un evento de The Sandman en el que estaba
trabajando. En las filas para autografiar, Gaiman tenía don para conectar con
cada individuo. Hacía preguntas, se reía, y les aseguraba que su incapacidad
para hablar coherentemente estaba bien. Luego del evento, en una cena para los
que habían trabajado allí, Gaiman se sentó al lado de Brenda. "Todo el
mundo quería estar cerca suyo, pero el estaba increíblemente enfocado en
mí," dice. Algunos años más tarde, Brenda viajó a Chicago para asistir a
la World Horror Convention, donde Gaiman recibió el premio mayor por American
Gods, el libro que lo cimentó como un novelista best-seller. La noche después
de la ceremonia, ella y Gaiman terminaron juntos en la cama. Apenas empezaron a intimar, la emoción que la había
atraído hacia el –el hechizo mágico de su interés en su individualidad– se
esfumó. "Parecía tener un libreto," me dice ella. "Quería que lo
llamara 'Amo' inmediatamente." Exigió que ella le entregara el alma.
"Era como si estuviera llevando adelante un ritual que no tenía nada que
ver conmigo."
[Prólogo] - [Parte I] - [Parte II] - [Parte III]
[Parte IV -15%] - [Parte IV -25%] - [Parte IV -40%]
[Parte IV -55%] - [Parte IV -75%] - [Parte IV -Final]
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