Mirando el vacío, el tiempo se distorsiona.
El vacío de lo que queda por hacer en la interminable lista de cosas para hacer, objetivos a cumplir y elecciones que tomar. Un vacío que sólo se puede llenar produciendo, confrontándose a uno mismo y a sus deseos de evasión, tambaleando entre opciones profundamente meditadas, durante años, demoradas. Nunca lo sentí como una carga, pero me pesa.
Volví a despertarme 4.30 am, pero hubo días que dormí hasta las 6. Creé una nueva lista más concisa de objetivos, pero hay varias cosas que quedaron sin marcar. Parece una constante.
A veces deseo que las cosas se den de otro modo, pero no importa cuánto te guste el poker si no te tocaron las cartas. Parte del juego es aceptar las pérdidas y el "yang" de aquello que decimos que deseamos hacer.
Todo cuesta, hasta que deja de costar. Estando presente en el momento y brindando toda la atención posible, mientras sea posible.
El resto es hábito.
Comentarios
Publicar un comentario