El mundo moderno ha llegado a un punto de abundancia tal que nos vemos obligados a malgastar todos nuestros recursos finitos. Especialmente el Tiempo.
Películas. Videos. Videojuegos. Entretenimiento. Redes.
Alcohol. Drogas. Sexo. Pereza. Narcisismo. Excesos.
Y la comida, también. En todas las formas, tamaños y colores.
Hay tanto de todo por todas partes,
que una parte de nosotros necesita hacer un balance.
Ya que contamos con el conocimiento condensado
de la humanidad en la palma de nuestra mano,
marchamos ignorantes por la vida, en piloto automático.
Como existen tantos modos de registrar nuestros hechos
y sincronizarlos en la nube,
prescindimos de la memoria con total desfachatez.
Gracias a una colosal evolución tecnológica,
permitimos que vetustos sistemas organizacionales y educativos
sigan siendo el pilar de nuestra sociedad.
Debido a que el futuro llegó hace rato de la mano de la razón,
decidimos que no hay nada mejor que vivir en la nostalgia y el pasado,
gobernados por los más básicos de los instintos.
Más que horrorizarme o deprimirme, me enfurece.
No la sociedad, ni lo sociable, sino lo que todo esto le ha hecho a mi Plan de Vida.
Me enfurece hacer tan poco, sabiendo lo mucho que hicieron mis ancestros por mí.
Me enfurece ser incapaz de lidiar con la inhabilidad de mantenerme firme en mis convicciones.
Me enfurece caer una y otra vez en trampas emocionales que demoran mi andar.
Qué es el Amor, en esta época moderna en la que el Odio es lo que alimenta los números, las interacciones y mantiene las arcas llenas de los nuevos Monopolios...?
A veces pienso que nos hace falta un buen sopapo para despertarnos.
Pasado, Presente o Futuro, fuimos, somos, y seremos hijos del rigor.
Ah, pero el sopapo es violento en esta época de drones que disparan a humanos desde la impunidad de la inmortalidad... El odio hacia uno mismo es poco aconsejable en esta época de ridículas cirugías, obesa complacencia y dopamina reprogramada... La penitencia no soluciona nada, excepto darnos un lugar para considerar qué mierda estamos haciendo de nuestras vidas.
Aquel incapaz de pedir perdón, se odia a sí mismo.
Quien se odia a sí mismo, no amará jamás a nadie.
Y...
Qué derecho a la palabra Amor tiene
alguien que no lee el diccionario?
Qué derecho a hablar de Amor tiene
aquel que subestima la memoria?
Qué derecho a opinar de Amor tiene
alguien que envía sus hijos a la escuela y sigue votando?
Qué me van a venir a hablar de Amor
aquellos que se rigen por cavernarios instintos?
Mi Odio es singular.
Mi Odio está dirigido hacia Uno.
Hacia mí. Igual que todos los demás.
Me odio por haber llegado a esta conclusión.
Por eso no puedo hablar de Amor
sin odiarme a mí mismo.
Mejor no amar.
Mejor seguir adelante.
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