Hacer las paces con la estupidez de la estirpe humana es una lucha.
Estoy cansado de los mediocres que dicen "vivir bien".
Estoy cansado de los incapaces de prestar atención.
Estoy cansado del descuido, de la falta de profesionalidad, de la incapacidad de mantener la palabra.
Pero sobre todo estoy cansado de cargar con emocionalidades ajenas.
Está claro que no me doy a entender con claridad.
Sea porque me niego a repetir 800 veces las cosas, sea porque la gente no entiende castellano básico,
en la eterna insustancialidad del dialecto maltrecho que el resto llama "lenguaje".
Y me cansé. De vuelta, por enésima vez.
De la superficialidad, del impulso del querer figurar,
de la extremada y básica simpleza en las prioridades de la gente.
La gente, que sigue priorizando, admirando y rindiendo culto
a las mismas cosas que nuestros ancestros los monos
daban prioridad, admiración y veneración.
Si hay una mayoría de simios ahí afuera, presos de sus juegos de estatus anticuados,
de sus arrebatos descontrolados y de sus miserables juegos de poder,
yo no quiero formar parte de ella.
Si hay una mayoría que vive "como si fuera el último día",
demostrando infaliblemente la facilidad para malinterpretar moralejas,
tan esclavos de los estímulos y las programaciones del Nuevo Sistema
que nada entienden de paciencia, respeto, planificación, honor, o veracidad,
no me interesa representarla, prestarle atención o seguirlos a ningún lado.
Si hay una mayoría que confunde sinceridad con honestidad,
que usa palabras sin saber lo que significan,
que juzga superficialmente a los demás sin una profunda autocrítica,
que sigue corriendo la carrera demente por obtener el primer lugar a la mediocridad,
entonces no me considero la mayoría.
Reniego de este mundo maltrecho, mal interpretado, mal diseñado y malintencionado
que un grupo de monopoliarcas ha decidido correr por debajo del radar.
Y más aún, reniego de aquellos que se dan cuenta y no hacen nada al respecto,
porque aún persisten en la delusión de declararse ganadores
en el Maratón hacia el Abismo que llaman Status Quo.
Renuncio a su hospitalidad.
Renuncio a sus invitaciones.
Renuncio a formar parte de su tribu.
Renuncio.
Y lo dejo escrito acá, porque estoy harto de tenerlo guardado dentro.
"Usted es cruel! No tiene piedad ni pena..." "Yo no insulto mis emociones!" |
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