[Viene de Parte 01]
[...]La pasión típicamente enmascara una debilidad.
Su jadeante impetuosidad y desenfreno son pobres sustitutos de la disciplina, la maestría, la fuerza, el propósito o la perseverancia. Necesitás ser capaz de percibir esto en los demás y en vos mismo, porque si bien los orígenes de la pasión pueden ser sinceros y bienintencionados, sus efectos son desopilantes primero y desastrosos después.
La pasión se ve en aquellos que pueden decirte con lujo de detalles quiénes quieren ser y cómo alcanzarán el éxito- incluso sean capaces de decirte cuándo piensan lograr sus metas o explayarse en preocupaciones acerca del peso de efectuar dichos logros. Pueden decirte todo lo que van a hacer, e incluso tal vez hayan comenzado, pero no pueden mostrarte ningún avance. Porque generalmente no han hecho ninguno.
Cómo puede alguien estar ocupado y no lograr nada?
Bueno, he ahí la paradoja de la pasión.
Si la definición de locura es intentar lo mismo una y otra vez a la espera de un resultado diferente, entonces la pasión es un tipo de retardo mental -desafilando deliberadamente nuestras funciones cognitivas más importantes. El desperdicio en retrospectiva es, a menudo, indignante; los mejores años de nuestras vidas quemados cual ruedas arando en el asfalto[...].
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[...] Lo que los humanos precisamos en nuestro ascenso es propósito y realismo. El propósito, podríamos decir, es como la pasión pero con límites. El realismo es desapego y perspectiva.
Cuando somos más jóvenes, o cuando nuestra causa lo es, sentimos con tanta intensidad -la pasión, como las hormonas, corre más fuerte en la juventud- que parece hasta inapropiado ir despacio. Esto es nada más que nuestra impaciencia. Ésta es nuestra incapacidad de ver que agotárnos o inmolarnos no va a apurar el viaje.
La pasión es con respecto a (Soy muy apasionado en lo que respecta a ___).
Propósito es para y por (Debo hacer_______. Fui puesto aquí para lograr____. Estoy dispuesto a aguantar_____ por el bien de ésto).
De hecho, el propósito desenfatiza el Yo.
El propósito se trata de perseguir algo fuera de vos,
en contraste a atraerlo para autocomplacerte.
Más que propósito, también necesitamos de realismo.
Por dónde empezamos? Qué hacemos primero? Qué hacer ya mismo? Cómo estamos seguros de que lo que hacemos nos está moviendo hacia nuestro objetivo? Contra qué o quién nos estamos midiendo?
Es acaso el aproche iterativo menos excitante que los manifiestos, las epifanías, los vuelos a través del país para sorprender a alguien, o enviar emails en un arrebato de cuatro mil palabras en el medio de la noche?
Por supuesto.
Es menos glamoroso y audaz que apostarlo todo y maximizar tus tarjetas de crédito porque creés en vos mismo? Totalmente.
Lo mismo pasa con las planillas, las reuniones, los viajes, las llamadas telefónicas, el softwarfe, las herramientas, y los sistemas internos - y cada uno de los artículos escritos al respecto que los explican- y las rutinas que siguen los famosos.
La pasión es forma sobre función. El propósito es función, función, función.
El trabajo fundamental que querés hacer va a requerir tu deliberación y consideración.
No pasión.
No ingenuidad.
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