Estoy harto de todo. De absolutamente todo.
De las excusas de mierda que ponen
los perdedores que no tienen los huevos
para admitir que no están haciendo nada de sus vidas
y esperan que Dios los saque del agujero en que se metieron.
De la facilidad con la que un conjunto de personas
la pifia con su autopercepción y se cree
intitulada a ofenderse o a poner condiciones
para atrofiar con sus egos venosos y sobredesarrollados
toda relación en la que se encuentran.
De la gente que pasa días sin contestar un mensaje,
sabiendo que sólo les escribo cuando es importante.
Del déficit atencional social que tiene todo imbécil
que chequea el teléfono más de dos veces por minuto.
De que nadie se caliente por cumplir sus promesas.
De las prostitutas ideológicas,
de los loros barranqueros,
de los jueces morales.
De los que no responden mis preguntas;
de los que son incapaces de estar presentes en una conversación.
De quienes ostentan posiciones de poder
y todavía tienen errores de ortografía.
De quienes se afirman entendidos
en una materia que no investigan en detalle.
De autores como Neil Gaiman y JK Rowling,
en otra vida espíritus creativos puros,
hoy corrompidos por su deseo de demostrar
lo poco que les importan los mundos increíbles
que han creado en el pasado para re-encuadrar
su pretenciosidad en un marco políticamente
correcto e inclusivo que les permita
hacer las paces con sus propias perversiones.
Todos dan asco.
Todos me hartaron.
Ahora empiezo a entender mejor a los ermitaños.
Este mundo otorga infinitos océanos azules para que los peces chicos conviertan todo riachuelo en un charco de sangre?
Este mundo permite la persecución de cualquier oficio, hobby, ventura, emprendimiento u ocupación, sólo para que todos tengan una excusa para pensar que sus opiniones mediocres se pueden monetizar?
Este mundo ha multiplicado las vías y formas de expresión para que todos terminen haciendo siempre lo mismo?
Me hartó todo.
Me cansé de todos.
Estoy más allá de mis cabales, y sé que mi temperamento está alterado por el Modafinilo, y quizás el poco sueño, y un poco también, la incapacidad de examinarme al completo o conservar el eje en el camino que me propuse.
Pero también sé que no se puede salir de las arenas movedizas que son las interacciones sociales contemporáneas agitando los brazos violentamente.
El hartazgo es otra expresión de la frustración y la represión emocional.
Y me vuelvo a preguntar: Abuelo, cómo hiciste para bancarte todo esto hasta el final de tus días...
Entonces a ponerse anteojeras, a hacer arte,
a terminar de dar formato a este texto,
y que se vayan todos a la concha de sus madres.
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