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Las cosas a las que les digo "sí"

 


Hastío, cambio de humor, horarios raros. Pensamientos a deshoras, desbordes de compulsión que se desatan salvajemente.
 
A dejar pasar el tiempo. A dar vueltas en círculos. A buscar una distracción que siga justificando la inacción.
 
Pero he venido batallando contra todas esas cosas a las que antes les decía que sí sin pensar, o que deliberadamente ansiaba.
 
Antes era la persona que decía que sí a dormir en el piso... y muchas veces lo sigo siendo.
Pero ahora tengo la opción de dormir en una cama cómoda, y fue una decisión consciente.
 
Antes era la persona que decía que sí a jugar tres o cuatro horas de corrido sin pensar lo que abandonaba.
Deus Ex HR me llevó de nuevo a ese punto... y Rocket League lo llevó un punto más arriba.
Así que sigo siéndolo. En cierta forma.
 
   Los juegos forman parte de mi identidad, si considero todo lo que escribí al respecto y todo lo que creo que he aprendido del medio. Game design, level design y ludonarrativa me parecen conceptos fascinantes para estudiar y aplicar en otras expresiones artísticas así como en la visión de la sociedad. También fueron un mecanismo vital en mi adolescencia para lidiar con situaciones en las que me consideraba un incompetente.
 
Pero disfruto más los juegos por lo que me enseñan, no por lo que me aportan.
Por las revelaciones que me generan, y no por las áreas del cerebro que iluminan.
Para el tiempo que mi relación pasada con los juegos exige para satisfacerse,
mi yo presente no encuentra utilidad ni propósito, excepto cumplir objetivos.
 
Y prefiero pensar en cumplir objetivos que sumen rédito y credibilidad a mi Yo Futuro,
más allá de una lista de logros arbitrarios para fanfarronear entre adictos.
 
Yo era el tipo de persona que medía su valía como jugador por la cantidad de horas que ponía en un juego.
Soy la persona que quiere definirse por sus trabajos y objetivos logrados,
no por la cantidad de horas que le ponga o no le ponga a algo.
El tiempo sin propósito asignado es tiempo tristemente desperdiciado.
 
Y siendo una misión no escrita la de honrar mi nombre (Guardián de las Horas)...
concluyo que soy la persona que le dice que sí a sacarle el máximo provecho al día.
 
No importan los libros leídos si la mente buscaba distraerse con ellos en lugar de aprender.
No importa cuántos manuales y cursos se hayan consumido si sus contenidos no se han aplicado.
No importa la cantidad de películas o series vistas si se espera la evasión por sobre la lección.
No importan los años de estudio si se priorizó memorizar por sobre asimilar.
No importa el bienestar económico si se desperdicia en lugar de invertirse.
 
Con el correr del tiempo perdemos agencia y control sobre nosotros.
La mente comprende que hay demasiadas cosas a las que queremos atender, e intenta automatizar todo aquello que le ahorre esfuerzo o poder de decisión en el futuro. De la misma manera que podemos aprender mecanografía aprendemos a chequear nuestro teléfono sin pensar.
 
Y los resultados previos, aquellos que nos trajeron hasta aquí por inercia, hábito o costumbre
no van a permitirnos llegar hasta allá deliberadamente, en nuestra mejor forma, por decisión propia.
Somos los cambios que deseamos introducir para desechar lo que decidimos que no nos sirve.

Si somos lo que hacemos...
Sos lo que las veinticuatro horas del día multiplicadas por siete determinan que hiciste.
Los sacrificios que aceptaste, los riesgos que tomaste y las decisiones de las que no te arrepentís.
Sos lo que decidís hacer por vos sin importar qué piensen o deseen los demás.
 
Entonces sos la cantidad de veces que revisás el celular.
La porción de información, comida y recursos diarios que consumís.
Las compulsiones que permitís y las interrupciones a las que les hacés lugar en tu día.
Las opiniones que tenés de los demás y las leyes de la tribu que seguís.
 
Sos tu atención dividida por la cantidad de aplicaciones y personas en tu teléfono.
Sos tu resentimiento multiplicado por tu envidia, elevado a la potencia de tu malicia.
Sos la promesa que le hiciste a aquellos que ya no están a tu lado, cumplidas o no.
 
No importa lo que fuiste si tenés que decirle que no hoy
para transformarte en lo que querés ser mañana.
 
Y no importa lo que digas querer ser si no estás dispuesto a serlo.
 
 

 

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