Gol de Argentina. Gritás desaforado.
A la tevé, a la radio, a tu celular, firme en tu creencia
de que tu aliento en diferido hace alguna diferencia, gritás.
No importa lo que te parezca a vos o al de al lado, sino lo que es:
nada de lo que vos hagas desde tu casa o el bar tiene la facultad de influir en el resultado. Y aún así, gritás; repetís lo que escuchaste y leíste antes, durante y después del partido, hayas acertado o no el prode.
Te preguntaste qué celebrás,
aparte de un resultado arbitrario que no depende de vos?
Te cuestionaste el origen de "tu pasión"
que otros arriba tuyo explotan para su beneficio?
Realmente pensás que "todo está bien" si Argentina
sale campeón de un certamen deportivo que no te incluye?
Aquí otro conjunto de cosas que no te cuestionás:
> Los años de vida que te va a llevar
hacer el dinero que cualquiera dentro de la cancha hace en un mes.
> Las estadísticas inútiles acumuladas desde
el inicio de este Mundial ocupando el lugar de cosas más prácticas.
> El dinero gastado en tela, plásticos, pinturas,
combustible y demás basura para "alentar a la Selección".
> La fehaciente certeza que obtiene el gobierno Nacional
de que a gente como vos se la conforma con pan y circo.
> La cantidad de días de clase y trabajo perdidos
del 20 de noviembre al día de la fecha.
Y el peor de los recordatorios, la realidad:
> Vivís en un país que tiene por lo menos seis dólares distintos
mientras rezás para que un conjunto de supermillonarios levante un trofeo.
> Tu hora hombre de trabajo, gane o no la Selección, sigue igual de devaluada
mientras los impuestos que pagás subvencionan palcos, barras bravas y familiares de políticos.
> Algún día el fútbol te va a dejar de importar,
pero te vas a acordar con resentimiento y dolor de estas palabras:
nada de lo que hagas influye en el resultado y vos te sentís responsable.
Te suena...?
Mirá primero las cosas por lo que son.
Después sí, gritá todo lo que quieras.
Total, a nadie excepto a vos le importa.
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