Se termina el año y con él viene la oportunidad dorada de cerrar círculos, vaciar cajones, separar lo útil y descartar el resto con la esperanza de trotar un poco más ligeros en la carrera que inicia -de nuevo- al arrancar un nuevo Enero.
Hace varios meses (años tal vez) llevaba conmigo ciertas cosas que consideré poco importantes hasta que comenzaron a hincharse anormalmente, como el rostro de un boxeador con el correr de los rounds. Actitudes que toleré de buen grado hasta que se convirtieron en un problema. Emociones pasadas que hice carne y que hoy deben ser amputadas. Ideas osadas en el aire a las que habrá que cortarle las alas y servirlas apropiadamente para que cesen sus graznidos en mi cabeza.
Cuando se me estafa, cuando se me miente, cuando se me falta el respeto, me he dado cuenta,
sale lo peor de mí, que es también aquello que posee la energía más salvaje.
Y con una mentalidad combativa, sale la posibilidad de hacer las paces con esa energía.
De sacarle provecho. De sacarle ventaja.
En ese contexto, en mi bravata por convertirme en el mejor autor de webcomics de Latinoamérica y no haber hecho absolutamente nada al respecto en 2022 bajo un tendal de excusas y circunstancias expiatorias, y como una especie de prueba para ver qué tanto me dejaron de importar ciertas cosas, decidí arrancar con lo primero que tenía en mente: soledad, ennui, decepción.
Pero sobre todo tristeza, melancolía, olvido.
Así salió la idea de Historias Tristes: cuentos cortos que capturen el brillo que tienen los ojos en el momento en el que vemos arder las fotos echadas al fuego del olvido.
Y con un webcomic en mente, escribí tres al hilo.
Falta edición, pero es material de sobra para empezar un storyboard.
Si Todd McFarlane puede hacer el guión cómic de 40 páginas en una semana, entonces yo también.
Y si no lo puedo hacer, no tengo derecho a considerarme un autor de webcomics.
Pensaba copiarlas y pegarlas acá como las escribí para retomar el -necesario- ejercicio de escribir un post todos los días, además de hacer un dibujo todos los días, además de hacer al menos tres páginas de cómics por semana, además de traducir al menos diez páginas diarias de bibliografía relevante, además de hacer publicidad a mi servicio de ilustración de personajes en redes sociales tres veces a la semana.
Si no puedo cumplir con ese régimen, no tengo derecho a condenar a los demás por su inacción.
Una vez más, el pronóstico de 2023 vuelve a dar el mismo resultado.
El único que importa:
uno.
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Hay imágenes que el inconsciente colectivo pretende enterrar. |
[Tres Historias Tristes - Parte I]
[Tres Historias Tristes - Parte II]
[Tres Historias Tristes - Parte III]
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