"No, there's no need for sorrow: Great songs will never die."
Increíble las cosas que ponen los japoneses adentro de una máquina de pachinko.
Parte de -posiblemente- la mejor discografía que pueda tener una franquicia de videojuegos, ésta es una canción que en unidades discográficas antiguas podría medirse como parte de un EP (siendo que la banda sonora contiene de veinte a treinta canciones promedio por entrega) al ser sólo cuatro canciones.
En sí mismo, Guilty Gear VASTEDGE es como una historia en forma de EP.
Siendo una máquina de Pachinko con elementos argumentales que son considerados cánon en el universo Guilty Gear -que supera la veintena de títulos y que, a simple vista, no parece tener intenciones de detenerse-, incorpora ciertos reveses que lo convierten en el Episodio de Schrödinger, al mismo tiempo invaluable o descartable según el fanático que se interrogue.
Desde luego, detrás de ésto también hay una historia.
En un comienzo VASTEDGE (sí, la estilización de los títulos es aberrante) por ser una máquina de Pachinko, sólo estaba disponible en Japón, y de acuerdo a las reglas de Japón, sólo los extranjeros residentes están autorizados a jugar.
Hasta que se porteó una versión similar para smartphones (que no hubiera sido posible de no ser por la extrema -e irritante- vocalidad de los otakus occidentales), no había forma para un fanático occidental de conocer o mucho menos descubrir éste episodios que no fuera casualmente y por accidente en YouTube con alguna lista que albergase alguna de estas cuatro canciones.
Hoy Spotify hace las cosas mucho más fáciles, y varias de éstas canciones, sino todas, aparecen en esas listas para ir al gimnasio que a los metaleros modernos les fascinan, y por todos los motivos adecuados: el groove, el virtuosismo, la energía y el heavy metal están todos ahí, en forma compacta y perfectamente ejecutada (plot twist: no soy usuario de Spotify, éste video me persuadió de nunca serlo).
Ciertamente, el mundillo de Guilty Gear, en sus increíbles anomalías, sigue siendo un gran ejemplo de las dimensiones que adquiere todo aquello que está bien hecho; incluso en sus episodios menos conocidos, genera un revuelo alrededor que transforma el entorno y abre nuevas puertas.
En donde haya una gran canción, siempre habrá una buena historia que contar.
O viceversa.
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