Traducir es otra forma de interpretar e internalizar textos.
Inicialmente, mi idea era aplicar estas traducciones propias sin más propósito que tener material diario para mi blog. Y por supuesto también, para "limpiar" el organismo de reactividades y para mantenerme activo.
Esto cambió levemente con el descubrimiento de XXXXXX...
No tiene sentido traducir libros que ya están disponibles, y no tiene sentido hacerlo tampoco si no hay un lugar en dónde volcarlos con un fin escalado (sin audiencia lectora, de qué sirve traducir?)
El propósito también era tener material adicional para poner en Facebook.
Tarjetas, citas, etcétera...
Ahora que los libros están disponibles, sólo pueden hacerse sinopsis y usarlas de gancho para ofrecer las copias en PDF (o epub/mobi)... caso contrario, sólo se convierte en una obligación autoimpuesta (otra más...) que genera una presión innecesaria.
Está claro que hay que buscar otra forma de presentarse y ofrecerse en pos de generar capital, para darle sentido a lo que ya se hizo y para que el esfuerzo compuesto escale.
Después de haber leído que Fiverr ya no funciona como antes, me imagino que ha pasado lo mismo con las demás redes sociales... ausentarse implica desaparecer.
Los algoritmos afinados para la venta y la distracción han removido el albedrío de la ecuación humana.
Sin presencia no hay venta, sin visibilidad no hay oferta que valga la pena.
Es lo que es, y no hay forma de resistirlo -o dicho de otra forma, no hay razón en hacerlo sin una audiencia afín. Tal vez pueda prepararse a la futura audiencia que vendrá en busca de esos materiales o de similares ideologías...?
Tal vez sea preciso destacar la misión en alguna parte.
Las cosas se venden "solas" una vez que están a la vista y generan interacción.
Este blog perdió sentido, excepto para pasar algunas ideas en limpio.
Creo que hay que remozar o revisar los propósitos que pretenden alcanzarse.
En cuanto a la ilustración... lo mismo.
Sin una producción y exposición diarias, no hay chances de venta o empleo.
Sin un canal en el que se muestre el trabajo diario, la cosa queda en hobby (u obligación autoimpuesta...) y nada más. No hay forma de monetizar la soledad o el contrarianismo sin hallar una tribu de personas que estén en esa misma frecuencia.
Es necesario ordenarse, o bien dar por concluidas ciertas venturas; destilarlas, extraer lo que sirve, lo que se puede rescatar, y deshechar el resto.
Hacer de cuenta que todo se prendió fuego y que hay que empezar de nuevo.
El mundo cambió de un momento para el otro, en el instante en el que uno dejó de correr esa carrera en la que uno se sentía integrado. Ahora hay que empezar otra vez, como un amateur. Cuando me examino en busca de objetividad, no encuentro una consistencia razonable.
No me gusta el rumbo que está tomando el mundo.
No me gusta que la tecnología haya pervertido la mente.
Pero es lo que es.
Y hace falta aggiornarse y marchar con los tiempos que corren.
Dar el presente en el aula sin importar el resultado que se saque en el examen.
Seguir un plan consistente, aceptar tropezones y caídas, y seguir adelante.
Volver a empezar, por enésima vez.
Reducir los estímulos y las excusas que busca la mente -o la costumbre- para edificar, para reconstruirse.
No es complejo ni difícil.
Lo complejo, lo difícil, es volver a adquirir relevancia cuando uno la renunció.
Una suerte de rehabilitación que se sigue para poder recobrar las funciones de antes, para poder volver a la carrera.
Ya no me siento tan bloqueado como antes,
pero sigo sin poder ver la plataforma en la cual ofrecer lo que hago.
Porque lo que hago es lo que hice siempre, pero está demasiado desestructurado.
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