Es una pesadilla en la que no puedo dejar de pensar.
Es una carga de la que uno no se puede liberar ni estando preso.
Ni siquiera oculto bajo un alias en medio de un poblado de personas desconocidas devenido en caravana se puede escapar.
"Honrá tu nombre, hijo querido."
Papá, mamá… más que marcarme el destino, me condenaron.
Es lo único que pienso mientras voy escondiéndome entre los árboles y avanzando hacia el río en busca de agua potable - para no sentir el frío secándome los labios; para olvidar el rencor que genera en la tribu la escasez de alimento.
Es también útil, tengo que admitirlo, para mantenerme alerta cuando se escuchan los murmullos de Ellos y sus patrullas por la noche. Así es más fácil emboscarlos, eliminarlos a sangre fría y llevar sus cuerpos sin vida hacia la las cocinas de la caravana.
En estos tiempos inciertos, cosas como éstas permiten que todos puedan salvarse el pellejo y contar, en la mejor de las noches, con algo que masticar, así haya que hacerlo con los ojos cerrados, hasta que la fortuna provea.
Pero no deja de ser una sentencia inescapable; un grillete con el peso de todos los chiquitos de la tribu, que se hace más y más pesado al verlos crecer.
Es difícil mantener la compostura y preservar el sigilo cuando tu nombre, ese que pretendiste ocultar bajo un seudónimo, es repetido a tus espaldas durante años y años por los fantasmas de tus antepasados.
Cuando sabés la verdad, es imposible olvidarte.
"Honrá tu nombre, m'hijito…"
Entonces no querés decepcionar a nadie, y de manera irreversible te hacés cargo de cada uno de esos treinta sobrevivientes y de sus hijos, que son los hijos de esa tribu que no sólo te acogió, sino que aceptó seguirte el juego.
Y de repente tus ojos brillan con más furia que miedo; y te hacés inmune al invierno, a las heridas superficiales y al cotilleo venenoso que tejen los envidiosos a tus espaldas cada vez que volvés a la caravana manchado de la sangre de Ellos, con las bolsas a reventar de municiones y alimentos mayormente en buen estado.
Y en ese momento, más cerca de la bestia primitiva que del ser humano, sólo tu nombre te mantiene en pie pese a los esguinces y magullones de tu patrulla nocturna. Tenés prohibido exhibir tu orgullo o compartir tu angustia con el resto, que sólo quiere seguir con vida, y aún se ilusiona con llegar a viejo.
No siento el dolor, pero el cansancio me atenaza las pantorrillas.
"Honrá tu nombre, Salvador", dice la voz de mi madre al oído cuando veo a tres de Ellos apuntando sus linternas en mi dirección.
Las luces se hacen más y más blancas, y el corazón me apuñala el pecho.
"Honrá tu nombre, Salvador", dice la voz de mi papá mientras decido a cuál de los tres apuntar primero, sabiendo que tengo nada más que dos balas.
"Estoy orgullosa de vos, Salvador…" dice la voz de mi mujer, fallecida hace tantos años, momentos antes de efectuar el primer y último de mis disparos.
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Consigna: BAUTISMO DEL PERSONAJE
A partir de la inquietud de uno de ustedes, sobre cómo elegir un nombre adecuado o memorable para sus personajes, estuvimos charlando y viendo algunos ejemplos, pero me gustaría que practiquemos a ver qué tal nos sale (y divertirnos en el proceso).
La idea es que el personaje que creen nos hable y nos cuente en primera persona sobre qué padecimientos (o qué ventajas) le trajo el nombre con el que fue bautizado. Cómo tuvo que resolver -si es que pudo hacerlo- la presión de haber recibido ese “regalo” de sus padres.
Pueden elegir un nombre extravagante o fuera de lo común, que va a llamar mucho la atención de otros (Merlín Atahualpa, por ejemplo, el hijo de Natalia Oreiro y Ricardo Mollo). En cambio, tal vez la problemática puede ir por el lado de alguien que tiene un nombre demasiado común, y eso no le gusta, le hubiera gustado llamarse de otra manera. También puede ser que su nombre le complique la profesión o el trabajo que hace. Por ejemplo, llamarse, o tener el apodo “Uber” y ser remisero. ;)
PD: Otra problemática interesante es la de cargar con un apellido importante, que puede convertirnos en “el hijo del doctor”, o tener un homónimo, por ejemplo, llamarse justamente Leonel Messi y que a la persona no le guste el fútbol en absoluto.
A divertirse y bautizar personajes.
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