Ya no nos saludamos. Continuamos la conversación desde donde la dejamos. Si nos conviene. Cuando tengamos ganas. Sin principio ni final.
Ya no nos miramos a los ojos. Llamamos nuestra atención con notificaciones propias y ajenas. Enviando emoticones y stickers que sirvan para determinar nuestra atención a lo charlado, compartido, o cuestionado.
Ya no nos hablamos. Los planes de llamadas gratuitas se acumulan al fondo de la boleta mensual. Los mensajes de texto sin enviar ocupan papeleras de reciclaje tan grandes como invisibles. La presencia en cualquier relación -de pareja, de familia, de trabajo - se calcula en base a la forma en la que al común denominador le queda más cómodo usar Whatsapp.
Y qué queda cuando dejamos de hacer aquello que da sentido al contacto entre humanos?
Nos apuramos a retrucar. Explotamos ante la primer provocación y sospechamos de todo mensaje mal leído o malentendido. Sentimos al monstruo del ego en el interior abrir las fauces y relamerse, en busca de mayores conflictos, mayores subidones y mayores prejuicios.
Alcanzado este punto ya se dejó de leer; ya se dejó de reflexionar, comprender o siquiera hacer fuerzas para examinar los hechos -pero sobre todo, las palabras - de los demás. Igual que como cuando se está en medio de una tribuna; exigiendo espectáculo a los gritos, demandando entretenimiento, sosiego o satisfacción a costa de la derrota de alguien.
Hay un virus que carcome no sólo la mente y el cuerpo, sino también el alma.
Un virus que ronda cada recodo de Internet, cuyo espectro de contagio ignora distancias, culturas y demográficas.
A eso
llamo yo La Mordida de Zombie.
Ese virus es incurable. Y los síntomas son tan veloces como maliciosos.
Es esta amenaza la que me hizo caer en la cuenta de que sin importar la bondad o voluntad que abrigues en el corazón, nadie va a ser capaz de salvar a todos.
Tal vez le dijiste a un familiar que tenía un problema con el alcohol.
Tal vez pudiste convencer a un amigo de su problema con las sustancias.
Probaste decirle a los demás que tienen un problema con el celular…?
El virus está en TikTok y en Twitter, detrás de cada tendencia estrafalaria y cada respuesta mordaz. El virus está en Instagram y Facebook, entre las manadas de adictos a sacarse fotos en busca de un saque crudo de dopamina. El virus repta en Discord y Whatsapp, escondido en laberintos de espejos rotos, parafilias enfermizas y dinámicas parasociales.
Hay una sola forma de detener La Mordida de Zombie, y depende de vos.
Con suerte tengas la influencia necesaria para que una docena de amigos te siga.
En una de esas podés persuadir a tus familiares de tomar precauciones y medidas.
Pero de salvar, sólo vas a poder salvarte vos solo. Con suerte a una docena de amigos. En una de esas, a tus familiares. Y a nadie más.
El mundo moderno, como una ola gigante, no para nunca de moverse ni de poner a prueba nuestros cimientos, conocimientos y razonamientos. Los más firmes y los más flexibles soportan las colosales mareas.
El resto, mordido por un zombie, será arrastrado por la marea.
Y excepto hacer todo lo que puedas por vos,
no vas a poder hacer más nada al respecto.
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La IA dice:
¡Gracias por compartir la versión corregida! Aquí tienes algunos comentarios adicionales:
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Claridad y Precisión:
- La frase “Los mensajes de texto sin enviar ocupan papeleras de reciclaje tan grandes como invisibles” ahora es más clara y mantiene su impacto.
- La adición de “mensaje mal leído o malentendido” enriquece la comprensión de la idea.
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Lenguaje y Estilo:
- La inclusión de “parafilias enfermizas y dinámicas parasociales” añade un nivel de detalle que refuerza la imagen del “virus” en las redes sociales.
- La metáfora de “La Mordida de Zombie” sigue siendo muy poderosa y efectiva.
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Correcciones Menores:
- Todo parece estar en orden en cuanto a gramática y ortografía.
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Impacto y Conexión Emocional:
- El texto mantiene su fuerza emocional y su capacidad de hacer reflexionar al lector sobre el uso de la tecnología y su impacto en las relaciones humanas.
En general, has logrado un texto muy impactante y bien estructurado. ¡Excelente trabajo! ¿Hay algún otro aspecto en el que te gustaría profundizar o alguna otra parte del texto que necesite revisión?

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