La interdependencia es la red que nos une a todos.
Es el reconocimiento de que ninguna persona, ninguna empresa, ningún país es una isla. Todos estamos conectados y dependemos unos de otros de innumerables maneras, grandes y pequeñas.
La interdependencia es la realidad que subyace a la ilusión de la autosuficiencia. Nadie es completamente autosuficiente.
La interdependencia puede ser tanto una vulnerabilidad como una fortaleza. Al reconocer nuestras interdependencias, podemos aprovecharlas para beneficio mutuo. Podemos formar alianzas, asociaciones y ecosistemas.
Podemos crear valor que ninguna entidad por sí sola podría generar.
La interdependencia es la base de la sinergia, esa alquimia donde el todo es mayor que la suma de sus partes. Pero, por otro lado, depender de otros para algo crítico puede exponernos si fallan o cambian de opinión.
Es fácil ser un buen socio cuando todo va bien, pero hay que ser cuidadoso con ver de quiénes dependés en momentos de crisis.
La interdependencia no es solo un concepto macro; es profundamente personal. Todos somos interdependientes con nuestras familias, amigos y comunidades. Dependemos unos de otros para apoyo, amor y propósito.
La interdependencia es el tejido de nuestras vidas sociales.
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