Pero lo hay, así parezca imperceptible, milimétrico, o inútil.
Hay mucha ansiedad también, propia de ese movimiento y del deseo de que las cosas vayan mejor.
El trabajo artístico es una buena forma de acallar todo eso y darle una forma manifiesta - o cuanto menos una forma.
Hay mucho por hacer -a Dios gracias- y eso debería ser un alivio y un motivo para estar bien dispuesto al cambio favorable, o a la inercia positiva, en otras palabras.
Hay una serie de cosas que son claras para conseguir resultados (por "tiránicas" que resulten), y hay que asegurarse de hacerlas. Poco a poco se puede ir aumentando la exigencia, el ritmo y los demás elementos que reflejan o hacen visible la kinestesia.
Es tan fácil olvidarse de respirar profundo y acostumbrarse a desoir campanas, restarle importancia a los propios objetivos y adoptar una actitud de tibieza.
Es fácil hallar motivos para no exigirse o para evitar los dolores.
Al mismo tiempo es fácil pasarse de vueltas, pisar en falso y caer al piso con el sólo afán de tener algo de lo cual quejarse y, al igual que vemos hacer a todo el mundo, cesar en nuestros esfuerzos por levantarnos y seguir adelante.
Comentarios
Publicar un comentario