Una de las habilidades de vida más prácticas de las que nadie habla es la de convertir disciplina en consistencia.
La disciplina no te va a llevar muy lejos. Es difícil ser consistentemente disciplinado.
Confiar en la disciplina para hacer lo que sabés que deberías hacer requiere muchísimo esfuerzo. Pero qué pasaría si pudieras usar esa disciplina y convertirla en algo que ocurra sin esfuerzo?
Imaginemos un chico de séptimo grado, que tiene más o menos una hora de tarea por noche. Si confiáramos en la disciplina para hacer esa tarea, sería un desastre. Desde luego, algunas noches sería fácil, pero otras no. Ya te imaginarás las excusas. "No tengo ganas de hacer la tarea ahora. La voy a hacer después."
Al final, lo que llegara a hacer dependería de sus emociones.
Hacer las cosas cuando tenés ganas de hacerlas no te va a conseguir los resultados que necesitás.
Hacer las cosas cuando tenés ganas de hacerlas no te va a conseguir los resultados que necesitás.
Si no tenés ganas de hacer tu trabajo, te despiden. Si lo hacés al 50% porque no tenés ganas de practicar, te sentás en el banco mientras los demás chicos juegan en la cancha. Si no tenés ganas de estudiar, vas a sacarte una pésima nota.
Esto no quiere decir que los sentimientos no sean importantes –lo son– pero también son un lujo cuando estamos hablando de hacer cosas.
La gente más exitosa consistentemente hace aquello en lo cual es genial. Lo hacen en días fáciles y en días difíciles. Lo hacen cuando tienen ganas y cuando no.
Lo único que he aprendido es que ellos no son más disciplinados que vos o que yo. Así que, cómo lo hacen?
La gente más exitosa consistentemente hace aquello en lo cual es genial. Lo hacen en días fáciles y en días difíciles. Lo hacen cuando tienen ganas y cuando no.
Lo único que he aprendido es que ellos no son más disciplinados que vos o que yo. Así que, cómo lo hacen?
La respuesta: crean un ritual.
El poder de los rituales puede ser fácilmente pasado por alto porque parecen tan simples. Los rituales incluyen hábitos, sistemas, e incluso tradiciones grupales.
Una vez que comienzan, los rituales son difíciles de detener. Pensá en los rituales como en cualquier cosa estructurada que genere inercia. No toda la inercia es positiva. Tus rituales pueden obrar a favor o en contra tuyo. Y su mecánica neutralidad es clave para que les saques ventaja.
En lugar de confiar en la motivación para hacer la tarea, imaginemos que el chico de séptimo grado comienza un ritual después de la escuela. Llega a casa, se baña, come algo, y empieza su tarea. Con el correr de los días esta estructura se afianza y se vuelve el camino de menor resistencia. De esta forma, puede hacer la tarea consistentemente, incluso cuando no tiene ganas. El ritual tomó las riendas.
Lo que parece habilidad a menudo es sólo consistencia. Si bien no podés chasquear los dedos y volverte más talentoso, podés crear tu propio talento. La consistencia genera talento. Y no vas a lograr ser consistente si sólo hacés las cosas cuando tenés ganas.
Cuando la gente parece anormalmente disciplinada, podés observar un ritual poderoso oculto a plena vista. No es que ellos tengan más disciplina que vos o que yo, pero fueron capaces de convertir esa disciplina en consistencia a través de un ritual. Los resultados a corto plazo vienen de la intensidad pero los resultados a largo plazo provienen de la constancia. Convertir la intensidad en consistencia desbloquea una poderosa asimetría.
El poder de los rituales puede ser fácilmente pasado por alto porque parecen tan simples. Los rituales incluyen hábitos, sistemas, e incluso tradiciones grupales.
Una vez que comienzan, los rituales son difíciles de detener. Pensá en los rituales como en cualquier cosa estructurada que genere inercia. No toda la inercia es positiva. Tus rituales pueden obrar a favor o en contra tuyo. Y su mecánica neutralidad es clave para que les saques ventaja.
En lugar de confiar en la motivación para hacer la tarea, imaginemos que el chico de séptimo grado comienza un ritual después de la escuela. Llega a casa, se baña, come algo, y empieza su tarea. Con el correr de los días esta estructura se afianza y se vuelve el camino de menor resistencia. De esta forma, puede hacer la tarea consistentemente, incluso cuando no tiene ganas. El ritual tomó las riendas.
Lo que parece habilidad a menudo es sólo consistencia. Si bien no podés chasquear los dedos y volverte más talentoso, podés crear tu propio talento. La consistencia genera talento. Y no vas a lograr ser consistente si sólo hacés las cosas cuando tenés ganas.
Cuando la gente parece anormalmente disciplinada, podés observar un ritual poderoso oculto a plena vista. No es que ellos tengan más disciplina que vos o que yo, pero fueron capaces de convertir esa disciplina en consistencia a través de un ritual. Los resultados a corto plazo vienen de la intensidad pero los resultados a largo plazo provienen de la constancia. Convertir la intensidad en consistencia desbloquea una poderosa asimetría.

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