El mundo moderno está constituído de hechos reales y virtuales, así como nuestra humanidad es una amalgama física, química y emocional –una mezcla de cosas que ocurren sin nuestro consentimiento ni aprobación, y determinan nuestros estados de ánimo, capacidad de expresión y fe en el futuro.
La búsqueda de la verdad objetiva, por ello, se ha vuelto imposible. Intentar definir con exactitud los parámetros objetivos que gobiernan la existencia (o que pretenden someterla) es la nueva batalla perdida.
De la misma forma en la que no hay salida de este planeta para el ser humano promedio, muchas de las aflicciones contemporáneas carecen de soluciones mundanas. No faltan vendedores de elíxires ni charlatanes que prometan lo contrario a cambio de una suscripción o donación.
En el mundo actual, cualquiera puede erigirse como dueño de la verdad -o de una verdad que la suficiente cantidad de seguidores sea capaz de creer. Y la gente quiere creer en algo, en lo que sea que les permita inocularse de sus fobias y ansiedades, en cualquier cosa que les demuestre que están caminando de la forma correcta.
El problema es que no hay forma correcta de hacer las cosas, tan solo un pasillo de espejos mostrando infinitas puertas y promesas.
No sabemos hacia dónde nos van a llevar, y se nos asegura que toda decisión que tomemos es válida si así lo sentimos.
Mientras tanto, los arquitectos de ese Pasillo de Puertas y Espejos siguen haciendo de las suyas, en la seguridad que les brinda el poder de reescribir la historia como lo crean conveniente y de hacer a Los Muchos caminar en círculos hasta el final de sus días.
Qué harías vos si tuvieras ese poder,
si formaras parte de esa elite…?
Sin importar la respuesta, vas a llegar a la misma conclusión.
Ahora podés comprender por qué creer que las cosas van a ser diferentes o que van a cambiar bajo tu liderazgo es una falacia circular que beneficia a los mismos de siempre.
A todos nos gusta imaginarnos como portadores de la antorcha de la verdad. Pero es el miedo a la oscuridad y la soledad lo que nos congrega y abriga.
La antorcha (y su portadores)
son simplemente circunstancias inevitables…
Reflejos que hieren la vista con su fulgor hasta que
desaparecen detrás de una puerta a la que
no podemos señalar con exactitud ni seguridad.
Quedarnos en el pasillo como espectadores,
Quedarnos en el pasillo como espectadores,
visto así, parece ser parte del plan.
La inacción del individuo mantiene
al mundo moderno en movimiento.
Qué vas a hacer al respecto?
Qué vas a hacer al respecto?
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