"Qué es la derrota? Nada más que educación;
nada más que los primeros pasos para algo mejor."
-Wendell Phillips
"En Silicon Valley, las start-ups no lanzan sus negocios pulidos y acabados. En lugar de ello, lanzan el Producto Mínimo Viable (MVP por sus siglas en inglés)- la versión más básica de su idea matriz con apenas una o dos funcionalidades esenciales.
El objetivo de esto es ver inmediatamente cómo responderá la clientela. Y, si esa respuesta es pobre, ser capaz de fallar rápida y económicamente. Para evitar crear o invertir en un producto que la clientela no quiere.
Como les gusta decir a los ingenieros:
Failure is a Feature* -la Falla es una Función-.
Pero no es un chiste. la falla realmente puede ser un activo si lo que está intentando hacerse es mejorar, aprender, o hacer algo nuevo. Es la función que precede casi todos los éxitos. No hay nada infame en equivocarse, en re-ajustar el rumbo. Cada vez que pasa esto accedemos a nuevas opciones. Los problemas se vuelven oportunidades.
La vieja forma de hacer negocios -donde las compañías adivinan qué es lo que las audiencias quieren en base a algunos estudios y después fabrican esos productos en un laboratorio, aislados e inoculados de todo posible feedback- expone un miedo al fracaso y es profundamente frágil en relación a dicho miedo. Si el super-producto falla el día de lanzamiento, todo el esfuerzo invertido se echa a perder. Si tiene éxito, nadie sabe cuáles son los responsables de ese éxito. El modelo MVP, mientras tanto, adopta el fracaso y el feedback. Se fortalece gracias al fracaso, recortando aspectos que no funcionan, que los clientes no encuentran interesantes, y luego refuerza los recursos limitados de los desarrolladores en mejorar las funciones que marchan bien.
En un mundo en el cual trabajamos cada vez más para nosotros mismos, en el que somos más responsables con nosotros mismos, tiene sentido vernos a nosotros mismos como una start-up. Una empresa de uno.
Y eso implica reconsiderar nuestra relación con el fracaso. Significa que hay que iterar, fallar y mejorar. Nuestra capacidad de intentar, probar y aplicar está directamente ligada con nuestra habilidad y tolerancia para errar, caer, y fracasar.
En la senda hacia la acción exitosa, fallaremos - proobablemente muchas veces. Y eso está bien. Puede ser muy positivo, incluso. Acción y fracaso son dos caras de una misma moneda. no puede tenerse uno sin el otro. Lo que deja esto en completa evidencia es cuando las personas dejan de actuar - porque han asimilado la falla de la manera equivocada.
Ante el fracaso inevitable, preguntate: Qué cosas fallaron ahí? Qué puede mejorarse? Qué estoy pasando por alto? Esto ayuda a alumbrar métodos alternativos para hacer lo que necesita hacerse, de maneras que a menudo son mucho mejores que aquellas con las que habíamos comenzado. El fracaso te arrincona en sitios de los que sólo podés escapar pensando. Es una fuente de innovaciones [...]"
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