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"Llama, querida Llama... te lo doy todo, y vos temblás y titubeás.
Desde el inicio del tiempo, la Llama permitió al hombre prosperar.
E incluso hoy, éste desarrolla nuevas, fogosas artes.
Pero... su razón hace que dude de la Llama.
Y así, vacilamos... y titubeamos..."
"El poder de la Llama... El poder de los dioses...
al final, todo está más allá de nuestro alcance.
Y así, la llama nos atrae, e intentamos aprovechar su poder.
Llama, querida llama...
Te lo doy todo, y vacilas y titubeas..."
- Steady Hand McDuff, Dark Souls II
El símbolo que une todos los demás símbolos en Dark Souls,
el que atrae la fascinación, la curiosidad, el deseo, el desastre, el progreso, el infierno.
El que nos permite reponer fuerzas, encender y moldear nuestro potencial,
marcar los pasos en nuestro camino y cumplir el destino final.
El sitio que nos abrigará después de nuestra primer caída.
El sitio en que las siluetas de los demás se ven con mayor claridad.
En torno a la llama del Bonfire elucubramos.
Bajo su candor encendemos las antorchas.
Sobre su abrazo, asesoramos progresos, fantasías y derrotas.
Y frente a él, buscamos nuestro reflejo hasta arder
más allá de toda redención, más brillantes que nunca,
siendo dioses, demonios, huesos, hierro y cenizas
siendo nuestras almas el pegamento que los une
frente a la hoguera de las vanidades.
Ese espíritu invisible, Pigmeo y Furtivo
que como venas de lava nos corre en la sangre,
que abre los ojos frente a la Llama,
para el cual ni siquiera tenemos un nombre.
Esa misma que condenó a Prometeo y nos iluminó a todos.
Esa misma que proyectaba las sombras en las paredes de La Caverna.
Vanidad, Ambición, Sacrificio, Calor:
ascuas perpetuas de la Humanidad que alimentan la Llama.
Qué es lo que alimenta la tuya...?
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