El mundo se acelera cada vez más, y como un pitido dentro del oído, como un mosquito en la habitación, nos priva de disfrutar el silencio en el mejor de los casos, y en el peor de los casos arruina nuestra capacidad de concentración. Multipliquemos esta sensación por el número de personas en el mundo, elevémoslo a la potencia de cada uno de nuestros sentidos, y tendremos una mejor perspectiva de los defectos en nuestra comunicación. La modernidad, ya lo hemos mencionado antes, ha traído un sinnúmero de ventajas: nos ha prolongado la vida, transformando nuestros paradigmas de longevidad y comodidad; nos ha dado mejores herramientas en virtualmente todas las disciplinas conocidas, ademas de inventar en el camino otras nuevas; ha diversificado las forma de ganarnos el pan, abriendo nuevas fronteras económicas; ha aumentado nuestras vías de comunicación, reduciendo considerable y sostenidamente los tiempos y costos de antaño. Quizás por todas es...