El mundo se acelera cada vez más,
y como un pitido dentro del oído, como un mosquito en la habitación,
nos priva de disfrutar el silencio en el mejor de los casos,
y en el peor de los casos arruina nuestra capacidad de concentración.
Multipliquemos esta sensación por el número de personas en el mundo,
elevémoslo a la potencia de cada uno de nuestros sentidos,
y tendremos una mejor perspectiva de los defectos en nuestra comunicación.
La modernidad, ya lo hemos mencionado antes, ha traído un sinnúmero de ventajas: nos ha prolongado la vida, transformando nuestros paradigmas de longevidad y comodidad; nos ha dado mejores herramientas en virtualmente todas las disciplinas conocidas, ademas de inventar en el camino otras nuevas; ha diversificado las forma de ganarnos el pan, abriendo nuevas fronteras económicas; ha aumentado nuestras vías de comunicación, reduciendo considerable y sostenidamente los tiempos y costos de antaño.
Quizás por todas estas cosas que han transformado drásticamente el tejido de la sociedad es que siga costando tanto comunicarse efectivamente. Si no cuesta, no vale, después de todo, y pese a todo...
Quizás porque las divisiones generacionales han ido ensanchándose, hizo falta desarrollar métodos de comunicación alternativos que sintetizaran mejor el zeitgeist. Entonces los memes, las frases hechas, las referencias a la cultura popular y el traslado de ideas o modismos de una tribu a otra se hayan convertido en las monedas de cambio de esta nueva economía de información entre individuos.
El que más ha resonado desde inicios de siglo, es el concepto de las píldoras que trajo la trilogía de The Matrix al imaginario popular. Morpheus se presenta ante Thomas Anderson y le extiende sus manos, con una píldora en cada una...
“Ésta es tu última oportunidad. Después de ésto, no hay vuelta atrás. Tomás la píldora azul - la historia termina, te despertás en tu habitación y creés lo que quieras creer. O tomás la píldora roja - permanecés en el País de las Maravillas y yo te muestro cuán profundo es el agujero de conejo.”
Ciertamente, el concepto de las "píldoras" para el sentir generacional es más que apto, otorgándole a cada persona la ocasión de ver qué pasa cuando decidimos alinearnos por completo al status quo (la píldora azul), a la revolución (la píldora roja), al cinismo pesimista (la píldora negra) o al optimismo proyectado (la píldora blanca), tanto en soledad como en comunidad.
Éstas últimas dos cápsulas son las adiciones que se le han hecho a ésta metáfora de la auto-medicación, en un mundo de luces y sombras cada vez más dinámicas que generan la ilusión de facciones, pero al final del día recae sobre posturas netamente binarias.
Uno, Cero, Blanco, Negro.
De la misma forma, las terminologías -de la mano de los neologismos y las definiciones de diccionario- han mutado y se han transformado a un punto en el que las conversaciones que las incluyen se hacen demasiado crípticas como para conservar el interés, se desvirtúan por intervenciones disruptivas y memes, o quedan en el camino sin ser propiamente explicados, aunque ampliamente utilizados.
Está claro que ningún ser humano o comunidad está exento de errores y fallos, especialmente en estos tiempos de "verdad percibida", en donde algo que se repite las suficientes veces y genera la suficiente cantidad de dudas razonables precede a la verdad, y muchas veces a la realidad misma.
Éste tipo de cosas en una comunidad online (sea un foro, un servicio de mensajería o una red social) se exacerban a un punto que resultan imposibles de controlarse - o peor aún, de ignorarse; las cámaras de eco son una realidad, y un importante sector de la población mundial online, lejos de cuestionarlas, simplemente las abraza como un hecho positivo, o como un hecho y nada más, propio del presente en que vivimos.
Este es un ejemplo de "verdad percibida": parece lo más lógico buscar, defender y apoyar aquello que se "siente" cierto, aunque la "verdad objetiva" (antes llamada "realidad") muestre y demuestre constantemente que los sentidos son, estadísticamente, pésimos árbitros de la razón - y que en el día de hoy, están nublados por excesos de estímulos y distorsiones.
Puesto de otra forma:
tal vez pensemos que tomamos la decisión correcta,
pero en verdad quizás no hicimos más
que tomar la píldora que nos pusieron a mano.
Comentarios
Publicar un comentario