Cuándo fue la última vez que apagaste el teléfono?
Si no podés responder esta pregunta, tenés la cabeza frita.
Si no podés responder esta pregunta, nada de lo que hagas va a estar hecho con ganas, excepto entrar por enésima vez a Instagram a ver cuántos likes obtuvo tu fotografía genérica mirando para el costado y mostrando las tetas acompañada de una frase choreada de Coelho.
Si tu reacción instintiva es sentirte ofendido por esto que leés, lo que estoy diciendo entonces da en el clavo. Y no porque crea que soy mejor que vos, usuario promedio de Instagram, habitué de Twitter, Youtubedependiente. Sino porque creo que ya tuviste suficiente.
Porque continuar indiscriminadamente sin llevar control del tiempo que perdés sumergiéndote en el mar de autoindulgencia que llevás -ocasionalmente- en el bolsillo es ir a toda velocidad por la autopista hacia la demencia. No soltás el teléfono ni siquiera cuando estás al volante. Bajá un cambio. Rescatate.
Cuánto fue el máximo tiempo que prestaste atención a algo AFUERA de la pantalla de tu smartphone?
Si no sabés cuándo fue la última vez que apagaste el teléfono, yo sé la respuesta: No más de quince minutos. La necesidad de figurar convirtió a tu trabajo en una rutina desabrida que sólo genera afines resultados…
Si sos un artista, seguro que cambiaste el tiempo que antes dedicabas a refinar la voz de tu labor por tartamudas intenciones creativas.
Todo se hace más difícil; todo es un tedio; siempre hace falta ver algo en YouTube para "inspirarse"; es fundamental para tu carrera artística que subas un video de 15 segundos mostrando un trabajo incompleto (en lugar de, por ejemplo, grabar un video de tu proceso de trabajo completo, editarlo y subirlo a Youtube para ir generando un portfolio online que te abra las puertas a nuevos clientes y te mantenga en la conversación artística). Más fácil es subir el videíto y que los mismos tres gatos locos de siempre -que proveen exactamente cero por ciento de posibilidades económicas- le den like y escriban una frase hecha y hagan una pantomima de una interacción real entre dos personas.
No vaya a ser cosa que te den calambres por pasar una hora extra buscando promocionar y mejorar tu trabajo en lugar de estar pendiente de las notificaciones, o viéndole el culo a la/s atorrantas de turno o chongueando en mensajes privados.
Dios guarde y libre que hagás memoria de cómo eran las cosas el siglo pasado. De lo cuesta arriba que era sacar adelante la idea de ganarse la vida haciendo lo que a uno siempre le gustó, lo que uno siempre hizo sin tener la plata en mente.
Tal vez te haga falta una cachetada, un chorro de soda a la cara u otra situación medio chocante para que te des cuenta que este es un proceso irreversible; de que tu cerebro está derritiéndose desde el primer momento en que instalaste Instagram en tu teléfono (y parece que me la agarro con Instagram, pero es el ejemplo más metafóricamente ilustrativo, además de factualmente correcto).
Empecemos a poner una solución inmediata a esta cuestión de a un paso a la vez:.
- Dejá que tu teléfono se apague solo
cuando se le agote la batería (ahora, dentro de 30 o 40 minutos, eh).
Ponelo a cargar apagado, y dejalo ahí. Si necesitás saber la hora usá un
reloj despertador. Si no lo tenés comprate uno. Tenelo a mano, pero dalo
vuelta para no ver la hora.
- Tené a mano tu libreta o un pedazo de papel y hacé una marca cada vez que te descubras pensando en el teléfono. Dejá que se siga cargando. Cerrá los ojos, y respirá profundo. Ya que estás anotá la hora en la que empezás este ejercicio.
- Hacé NADA el mayor tiempo que puedas. Cuando veas que no das más del hacer NADA, mirá el reloj despertador y anotá cuánto tiempo pasó.
- Ahora, agarrá tu libreta y hacé una lista de cinco cosas que podés hacer para maximizar la efectividad de lo que hacés con recursos que internet te ofrece que NO tengan que ver con "hacerse propaganda en redes" (excusa de mierda para subir material mediocre e incompleto) o "matar el aburrimiento". Hacé todo esto mientras seguís respirando profundo y exhalando lentamente. Como si estuvieras meditando, viste.
- Terminá con esa lista y anotá
la hora de finalizado. Andá a ver ahora cuánto se cargó de batería de tu
teléfono (no sea cosa que te agarre un infarto por exceso de ansiedad). Y date cuenta de lo borracho de dopamina que estás.
Cinco pasos. Cinco pasos que estimulan el auto-conocimiento, encienden una luz en la parte de atrás de tu cabeza y que, repetidos diariamente, van a ayudarte a aflojar un toque.
Y que se pueden hacer todos mientras tu teléfono cargó X% de batería. Cinco pasos que de corrido no te llevarán más de una hora, de esas que ya ibas a dar por perdida pelotudeando en redes.
Qué pasa después de esto depende de vos.
Una cosa es clara: podemos haber crecido siendo hijos del rigor, pero para cumplir nuestros sueños es preciso el autocontrol, la moderación y al mismo tiempo la pasión que tradicionalmente exhiben los ganadores.
Y en esta era perma-digital, el que más rápido se familiarice con la sobriedad es el que mejor preparado va estar para llevar adelante su plan.
No te digo que dejés de usar el teléfono porque ya no podés, ni aunque quisieras.
Sólo te pido que lo dejés descargarse solo, y que lo pongas a cargar apagado. Igual que a tu cerebro.
Porque tal vez no te diste cuenta,

Comentarios
Publicar un comentario