Andar con "El Ladrillo Motorola" en la mochila (de ese que sólo te mostraba el número que discabas), con un cargador casi igual de grande, y su respectivo transformador. Mi padrastro (el propietario de "El Topolino") andaba en estos tiempos con un Beeper colgado en el cinturón.
El teléfono de mi hermano un par de años más tarde, en el que se podía "dibujar" sirviéndose del pixel art con su pantalla super ancha -casi tan ancha como la de los contemporáneos Tamagotchi- mientras yo en el mío (que llevaba colgado en el cinturón) componía ringtones de oído con fragmentos de canciones de videojuegos.
Mandarse SMSs era la moneda corriente entre miembros de la familia y otros pocos pudientes. Las épocas de Cybercafé, MSN y posteriormente Myspace.
Había más mensajes de texto que cosas para decir, y personas a quién decírselo.
Recuerdo el MotoRokr, la posibilidad de escuchar música (Y RINGTONES!) en MP3, y de sacar fotos sin tener que andar con una cámara encima; o grabar notas de voz sin tener que andar con una grabadora portátil a cuestas.
Venía con tarjeta de memoria de 512 megas, cuatro veces el tamaño de esos reproductores de MP3 que toda la gente de mi edad ha llevado colgada de un cinturón en algún momento de sus vidas.
In-creíble.
Aún conservo la caja original del que compré, más una cordonada de auriculares que me procuré en su momento en caso de que se rompieran los cables o audífonos, una ocurrencia constante cuando se usaban intercambiables con los reproductores de MP3. En esta época era ocurrencia común seguir viendo música en CD, misma época del boom o adopción masiva del reproductor de DVD y el ocaso del VHS.
La tecnología ha ido de la mano con la intención humana de innovar. De estrechar lazos sin importar distancias, de establecer puentes invisibles entre personas, de amplificar las capacidades del arte -y la vida- en colaboración.
Esta fue la época de los paquetes de mensajes de texto que precedió a Whatsapp; la era de los pulsos en el teléfono reemplazando al noventoso cospel, sin incomodar demasiado el sitio de jerarquía del teléfono fijo y la contestadora automática en los livings de todo hogar.
Esta todavía, era una era mayormente analógica, en donde la PC se usaba para trabajar, y las consolas conectadas a los TVs de CRT para jugar.
En esta época la comunicación aún tenía un costo, y había que hacerlo valer sin importar el precio.
Hoy sólo veo que cuantos más medios de comunicación tenemos, tanto peor nos comunicamos.
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