La vas a oir, pero con suerte no la vas a sentir.
Aún así, le rehuís. Por instinto, por una cuestión de preservación.
Te tapás los oídos, te ponés auriculares, mirás el celular.
Y se te pasa. Y te olvidás.
La intuís en los huesos, pero mirando la pantalla, te olvidás.
Rodeado de vasos medio llenos y botellas vacías, te olvidás.
Como el avestruz con la cabeza en tierra, esperás que pase de largo.
Con un poco de fuerza de voluntad, la vas a poder ignorar…
Pero va a llegar igual.
En algún momento La Última Campanada va a sonar.
La vas a oír, y sólo la suerte sabe si la vas a sentir.
Tronando cual voz del Destino manifiesta.
Ondulando el gong que da inicio al fin.
Comentarios
Publicar un comentario