Acá se gestó un delay cultural que fue producto directo de la negativa de las audiencias a desprenderse de la opera prima de Toriyama.
Esta negativa a madurar, de la mano con la especulación del fandom, la piratería y los ROMhacks, extendió significativamente la vida útil de éste título y de la franquicia que representaba, donde aparecían fusiones imposibles, niveles de poder que ya habían sobrepasado los límites de la ridiculez y diseños de personajes que daban vergüenza ajena -hijos bastardos de los fans de Dragon Ball GT- .
Este empecinamiento masivo, a todas luces echó más mugre sobre el impecable legado
del creador de Dr. Slump y otras cosas que el brillo que pretendió sacarle.
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Para muestras basta un botón.
Era una costumbre ver en convenciones torneos de juegos que usaban Dragon Ball AF -ROMHack del Budokai 3- como título para competir; incluso llegó a ser algo que los participantes esperaban encontrar como parte de las atracciones principales.
Hay un término despectivo que utilizábamos el siglo pasado para referirnos a este tipo de personas y que hoy es considerado políticamente incorrecto. Yo los llamo "la gilada", con minúsculas.
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Esta reticencia a dejar en paz la obra, ayudado por la viralidad de internet y la carencia de traductores fidedignos, se convirtió eventualmente en un fan-fiction especulativo sin ninguna validez, mérito ni reconocimiento oficial por parte del autor ni la editorial Shueisha (los copyright holders de la marca Dragon Ball).
Eso no detuvo al ejército de inmaduros que seguían manteniendo vigente a Dragon Ball, voluntariamente estancados en su adolescencia, a seguir alimentando, especulando y desinformándose mutuamente con el paso de los años.
Y cómo dará vueltas la vida, que esa misma inmadurez colectiva convirtió a un dibujante aficionado en el SUCESOR OFICIAL DESIGNADO POR EL MISMÍSIMO TORIYAMA, y que años más tarde permitiría el nacimiento, el establecimiento -y la negativa a morir- de lo que hoy se conoce como Dragon Ball Super, cuya teoría de multiversos convirtió en canon los eventos de Dragon Ball GT, yendo completamente contra la corriente del sentido común,d el orden natural de las cosas, y del juicio objetivo a la hora de analizar a un artista, su obra, su influencia y su impacto.
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Comparemos con Naruto, una serie argumental y visualmente superior a Dragon Ball se la mire por donde se la mire (pero que está notablemente influenciada por la misma, y la homenajea con el respeto que merece).
Hacía seis años que estaba dando vueltas por internet en forma de manga, y 3 años desde que su anime había comenzado a emitirse para 2005.
La obra que la sucede, Boruto, está supervisada por el autor original, quien tiene planes en marcha hace tiempo para expandir la franquicia a los multimedios de manera deliberada y como no se tienen precedentes hasta la fecha.
Desde luego que esta saga también cuenta con su legión de fanboys, ROMHacks, rumores y bastardización de contenido inaguantables.
Al lado de la legión de manchildren de Dragon Ball, en mi opinión, se queda muy corta.
De todas maneras, no llegaste a leer hasta acá para saber de Naruto.
Vos estás acá por Toriyama.
Y de él vamos a hablar mañana, porque de él hasta ahora no dije nada.
Me guardé al mejor para el final, como lo hice aquella vez que jugué Budokai 3 por última vez en mi Playstation 2 y lo guardé en su caja para nunca volverlo a sacar, sintiéndome satisfecho.
Qué me va a venir a hablar la gilada de fanatismo racional.
Toriyama [Final]
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