La resistencia, la reticencia, la renuencia de un individuo al hábito de sentarse quieto durante al menos 30 minutos enfrente de una hoja de papel o un .doc para comenzar a cambiar su vida es testimonio de un miedo primitivo a la incertidumbre.
Lo bueno es que todo eso es nada más que un acto reflejo del ADN de tus ancestros. Y hoy en día es más fácil que nunca atreverse a soñar lo suficiente como para modelar una mejor versión de uno mismo. Nadie va a apedrearte en la calle por "atreverte" a cantar una canción en un lugar público. Nadie va a condenarte a la guillotina por contar chistes malos, o levantar la voz en protesta, o por expresar tus emociones a través del arte.
Si tu miedo al éxito radica en la ansiedad que sentís al pensar que no tenés qué ponerte en el caso de que ganes el premio Nóbel de la Paz, más que una cosa de ancestros es una aflicción moderna: sos mucho menos importante de lo que te hicieron pensar.
Cuando te sentís importante, gastás más de lo que tenés.
Y los que regentean redes sociales, los mismos
que mueven el mundo, lo saben.
Esa es la verdadera fuente de tu stress y ansiedad sin fundamentos, y quienes te pusieron el teléfono en la mano -con aplicaciones que podés deshabilitar pero no desinstalar- lo saben.
Pero hasta que no empieces a llevar un diario no lo vas a saber.
Ciertos conceptos que gobiernan tu vida desde el umbral del inconsciente (los Iocus de Control, La Inmunidad al Cambio, Homeostasis, entre otros) sólo pueden comprenderse frente a esa hoja de papel o digital, y sólo pueden adoptarse haciendo los ejercicios. Igual que los abdominales, comprenderlos no basta para servirse de sus beneficios, y para poder acceder a los beneficios, nadie más lo puede hacer por vos.
Así que... vas a empezar?
O vas a seguir saltando de liana en liana entre el auto-sabotaje, la auto-complacencia y la auto-satisfacción...?
Continúa en Parte III donde se darán nueve ejemplos para engranar el único hábito universalmente reconocido para transformar la propia vida.
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