Y algo que ha avanzado meteóricamente desde esa línea de horizonte hasta acá cual cordillera, son los niveles generales de ansiedad de la población y del individuo. Ecos fantasmas desatan avalanchas estrepitosas, pero sin sonido.
No ocurre nada, pero puede pasar en cualquier momento.
Así que en caso de alud, nos refugiamos en lugares que nos dan likes o generan comentarios, en un cálido acto de escapismo.
Otra de las cosas restringidas a nuestro acceso por tener un celular en la mano, es sentarnos a escribir. Ya lo dijimos al final del Año Pasado: llevar un diario.
Por la forma en la que está programado nuestro cerebro,tendemos a memorizar mejor aquellas cosas que escribimos de puño y letra.
Creo que sin importar los círculos en los que te muevas habrás notado una considerable falta de memoria en general.
El consenso dice que estamos así porque tenemos "cada vez más cosas para hacer".
Naturalmente "tener muchas cosas que hacer" implica no tener control, o por lo menos registro puntual de las veinticuatro horas que tenemos en un día. El hábito de llevar un diario ayuda a visualizar mejor el lugar en el que estamos parados, escribiendo o tipeando lo que ocurrió durante el día y, más importante, todo aquello que querés que ocurra. Y también lo que no.
Es una oportunidad inmejorable para poder observar el terreno desde una posición que te permita prosperar en lugar de simplemente subsistir. Permite ver las piezas del rompecabezas, el contexto en el que las cosas (te) ocurren; hilar mejor esas ideas sueltas que cada tanto te dan vueltas en algo mejor elaborado.
Iniciamos el hashtag Tema de la Semana con esa práctica que ha mantenido cuerdos a nuestros ancestros y sus ancestros durante siglos, y que hoy, más que nunca, es fundamental: comenzar a escribir El Libro de nuestras vidas de a una página a la vez; evaluar un itinerario para alcanzar objetivos y metas; llevar un diario.
Continúa en Parte I
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