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El Ciclo Eterno -Parte V, final-


Hace 9 años y 6 meses escribí La Bendición de La Rutina,
como una forma de hacer las paces con tener que depender de un trabajo
en relación de dependencia en blanco por primera vez en la vida.

Tiempo y desilusiones aparte, el aprendizaje ciertamente ha quedado,
como han quedado también las cicatrices y aflicciones a manera de evidencia infalsificable.

Algo hay de cierto y edificante, sin embargo, en la mundana rutina,
y por ello la chance de verla como una bendición en lugar
de otra carga que sumar a nuestra existencial agonía.

   La rutina permite solidificar los hábitos con los que deseamos contar en nuestra Senda.
   Hábitos solidificados nos ahorran tiempo de forma compuesta y al largo plazo, nos permiten trascender nuestro set de habilidades y talentos para alcanzar nuevas alturas.

   Una vez superado el obstáculo de la aritmética compleja podemos aprender a programar.
   Luego de cierta práctica con un idioma extranjero ganamos pasaje a nuevas y viejas lecturas.
   El mismo acto de incorporar una palabra nueva a la charla diaria permite forjar una mejor conversación.

   Una rutina solidificada se conoce como un hábito.
   Una acción que llevamos a cabo de forma inconsciente por el simple hecho de haberla repetido centenares de veces. Y como consecuencia de ese mismo ejercicio, una vez atomizado el hábito -esto es, internalizado y dominado- el gasto de energía es mínimo.
   Esto nos permite diseñar un conjunto de rutinas que mejor se adapte al ritmo que queremos llevar en nuestra Senda.

   Levantarse temprano e irse a dormir temprano le cuesta a la mayoría
porque tiene un rechazo infantil o un deseo adolescente de rebelarse,
no porque haya más o menos dificultad en atomizar dicho hábito.

   Lo mismo aplica para hacer la cama, tomar el desayuno,
meditar y cualquier otra actividad a la que haya que asignar
un fragmento del día para persistir e insistir.

   Atomizar el hábito es un proceso físico y químico.
Requiere espacio y tiempo. Algunas primeras veces,
incluso un excedente de otros recursos, especialmente atención.
Tiene un valor final, porque crearlo nos genera un costo inicial.

   Un hábito que anhelamos o necesitamos para transitar mejor nuestra Senda está casi siempre afuera de nuestra zona de confort. Por ello nos cuesta tanto integrar nuevas rutinas las primeras veces: algo que naturalmente no estaba a nuestro alcance, de repente comienza a manifestarse. Y nos transforma. 
   Y si insistimos lo suficiente, incluso comienza a gustarnos, y queremos más.
 
   Porque allí donde habíamos impuesto o aceptado un límite, vimos que podíamos superarlo.

   Entonces el músico digita todos los días y repasa notación musical como quien tararea cualquier canción de moda.
   Entonces el artista visual aparta treinta minutos del día para entrar en calor y dibujar líneas y figuras básicas.
   Entonces el atleta dedica una porción de la jornada a modular su metabolismo mucho antes de la carrera.

   Hay que persistir e insistir en pos de atomizar.

   Sin embargo la evidencia y testimonios de vida de los High Performers -individuos de talla mundial que generan resultados colosales a los ojos de la gente normal- nos invitan a buscar y enumerar una serie de rutinas que parecen darles la ventaja en sus vidas.

   Todos ellos, sin importar sus campos de desempeño o expertise, mencionan: una lista de objetivos diarios, mensuales y anuales; meditación; al menos 30 minutos de ejercicio; ciertos hábitos alimenticios como inducir la ketosis o el desayuno intermitente; un período predeterminado, finito y cuantificado de trabajo enfocado o aprendizaje deliberado; profesar explícitamente la gratitud y el servicio a los demás, determinadas lecturas y autores, etcétera.

    Todos ellos han mencionado la importancia de volver a empezar, y de persistir e insistir cuando han intuído que se encontraban transitando su Senda.
   Muchos de ellos han resurgido incontables veces, demostrando retemplarse en la adversidad, trazando nuevos mapas e imaginando alternativas, sirviéndose del perdón, del pasado y de las heridas. Y una pizca de estilo.
 
 
 
Robert Downey Jr como Tony Stark es un ejemplo itinerante 
de alguien que alcanzó la cima tras haber renacido.
El diálogo escrito simplemente refuerza el acento poético de la escena.
 

   Tras tomar las riendas de la rutina y atomizar el hábito, expulsamos también el peso del ego que nos hunde en el confort.
   Cuando abandonamos los juegos de status y apariencias hay más tiempo para practicar, entrenar, estudiar, fortalecer algo.

   Llegar más lejos deja entonces de ser un imposible para convertirse en un resultado cierto.
   Y la rutina se convierte en un hábito atómico: pequeños cambios que generan resultados extraordinarios.
   Ese mapa que trazamos antes resume su inmensa utilidad mostrándonos en qué hábitos invertir, liberando nuestra carga mental para imaginar nuevas posibilidades y profetizar nuestro éxito inexorable.

Persistir, insistir. De a un hábito a la vez.
Abrazando la rutina, abandonando un momento el confort.
Generando riqueza en diarias acciones, dotándolas de valor.
Anotando qué sirve y qué no, hasta que los resultados se manifiesten.

Día sí, día no, hasta que pensarlo se convierta en terminarlo.
De forma natural, todo lo que nos demoraba entonces se empieza a alejar.

El próximo trabajo saldrá mejor, porque tendrás más energía que inyectarle.
Mientras persistas sin detenerte, ampliarás tus capacidades actuales.
Mientras insistas en refinar tus talentos, aparecerán nuevas oportunidades.

Y luego ese Tiempo que se nos hacía escaso, insuficiente y tirano se convierte en nuestro benefactor, maestro y guardián.
Gracias al hábito de persistir e insistir, un artículo al día se convierte en un futuro libro,
una caminata matutina se tornó en una maratón ganada, un cuadro al día se volverá galería al cabo de un mes.

No insistas en aferrarte a las cosas que no aligeren tu marcha. 
Menos siempre es más, especialmente con las manos llenas.
No persistas en labores que en el tiempo presente te exceden. 
Aceptá esa temporal derrota como prerrequisito para cantar victoria más adelante.

Recordá tus notas. Recordá tus duelos. Recordá tu objetivo.
Atomizá tus hábitos, optimizá tu rendimiento. Recorré el camino.
Recorrer tu Senda es reconocer lo Eterno del Ciclo.

Y después de eso, Con Rutina, Continuar, Construir.

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