Sólo oscuridad. Y miradas. Decenas, cientos de ellas. Tal vez manojos. Enfocadas en tus palabras. Tus palabras, que sonaban tan bien en tu cabeza. Esa respuesta veloz que no acepta errores de ortografía, semántica o ediciones. Porque todos te están mirando. Te estamos mirando. Escribiste acá. Estás acá. Una de esas dos cosas, fue un error. Declaraste portar una verdad que explicar a todos los demás libres de opinar lo que quieran. Pero lo que escribís no tiene sentido. O lo que decís carece de contenido. Pero, elevando apuestas, lo seguís haciendo... ahora con menor aplomo y mayor nerviosismo. Todavía sin errores de ortografía. Incapaz de completar un párrafo o pensamiento coherente, ante la evidencia de preguntas que dejás sin responder, querés convertir un show de magia en una partida de poker; pero viste mal las cartas, apostaste todo, y todos tus rivales jugaron abiertas sus manos. Te toca mostrar que no tenés más nada ... entonces con desdén, rompé...
Hatajo de Textos, Atajos de Ideas