En el contexto del que venimos hablando se ha convertido en un truísmo invocado para para dejarse estar, para hacer las cosas a medias, para especular con la propia capacidad y los recursos ajenos.
[...] Porque sólo se vive una vez, es hora de hacer algo al respecto.
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En el contexto de las batallas diarias, "hacer algo al respecto" equivale a 'ir al grano de la cuestión', 'tomar el toro por las astas' o la frase equivalente a 'hacer lo que se supone que tenemos que hacer y no hacemos'.
La propuesta del tema de esta semana gira en torno a observar los motivos de esta inacción, su posible correlación con el (ab)uso moderno de las nuevas tecnologías y las hipotéticas maneras de lograr levar anclas y avanzar, contra viento y marea, hacia una existencia más plena de a un hábito a la vez.
En otras palabras, desarrollar una tendencia como individuos a la Mentalidad por sobre la Emocionalidad: contar con herramientas apropiadas para tomar decisiones en base a nuestros objetivos y planes, y observar de forma más crítica -incluso, clínica- la forma en la que nuestro entorno, nuestra sociedad y nuestras redes promueven dar rienda suelta a que nos gobierne lo que sentimos por sobre el sentido común.
La Emocionalidad perturba nuestra facultad de percibir las dimensiones del espacio y el tiempo, y por ende nuestra capacidad de comprender el lugar en el que estamos, y el lugar hacia el cual debemos ir.
Considerando la acción en nuestro sistema nervioso de los llamados "químicos de la felicidad" en nuestra toma diaria de decisiones, y la forma en la que las redes sociales han puesto la manipulación de los mismos en nuestras propias manos en menos de una década, está muy claro que en lo que a batallas diarias respecta, es hora de cambiarse al bando de la Mentalidad.
Caso contrario, nos convertimos en adictos a lo que sea que tengamos frente a nosotros que capte -así sea fugazmente- nuestro interés, sin llevar registro del tiempo y los recursos invertidos -o malgastados- en ellos.
Y me atrevería a decir que una gran parte de nuestra sociedad ya lo es, y no hay nada que podamos hacer al respecto. Basta con ver la forma en la que se ha degradado la calidad del lenguaje, los tópicos de conversación y las discusiones.
Continúa en Parte III.
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