"Considerando la acción en nuestro sistema nervioso de los llamados "químicos de la felicidad"
en nuestra toma diaria de decisiones, [...], está muy claro que en lo que a batallas diarias respecta, es hora de cambiarse al bando de la Mentalidad.
Caso
contrario, nos convertimos en adictos a lo que sea que tengamos frente a
nosotros que capte -así sea fugazmente- nuestro interés, sin llevar registro del tiempo y los recursos invertidos -o malgastados- en ellos.
Y
me atrevería a decir que una gran parte de nuestra sociedad ya lo es, y
no hay nada que podamos hacer al respecto. Basta con ver la forma en la
que se ha degradado la calidad del lenguaje, los tópicos de conversación y las discusiones."
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Al igual que les pasa a los adictos, nos descubrimos incapaces de saber muy bien en dónde
gastamos qué cosa (nuestros recursos, nuestro espacio, nuestro tiempo, nuestra semilla, nuestra misión).
Guiados por la necesidad de experimentar nuevos picos de intensidad (química, emocional), la saciedad de apetitos acaba siendo nuestra única brújula, y la única herramienta que consideramos utilizar para lidiar con nuestros conflictos en lugar de buscar resolverlos.
Así se da lugar al "No tengo ganas", una batalla diaria de la que no parece haber posible escapatoria.
Pasamos
de articular soluciones similares a las de nuestros ancestros -cuyos
sacrificios y experiencias conforman nuestro ADN- a rodearnos de
motivos para hacerlas más llevaderas -confort, conveniencia, complacencia de acuerdo a nuestras emociones. Todo ello ha alcanzado un punto de degradación insostenible e insustentable.
Lo mismo que les ocurre a quienes padecen de una adicción crónica: perder la noción del tiempo en torno a un vicio, luego del espacio que ocupa en nuestras vidas, luego de la forma en la que impacta en nuestros hábitos y relaciones diarias.
Esa adicción ha generado nuevas patologías y nuevos placebos - nuevos no-problemas y nuevas no-soluciones.
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Citando un extracto de este artículo con fecha de hoy, escrito por alguien con credenciales que superan las mías (y las tuyas):
"La adicción [...] responde a
aspectos, psicológicos, sociales, es decir una modalidad interna de
respuesta, más que a la inmensa oferta que busca incentivar y satisfacer
efímeramente ese vacío interno”, esa búsqueda de más y más y en particular la inmediatez en la retribución que ello implica.
Las nuevas tecnologías no sólo han acelerado y amplificado nuestros impulsos, sino que han refinado sus métodos para afincarse en nuestros hábitos diarios.
Pasamos de una generación a la otra a ser ratas de laboratorio, con cables conectados a zonas claves del cerebro, con el smartphone en nuestras manos como el botón disparador.
Convirtiéndonos en víctimas de estafas mentales, de saqueos al propósito de vida, de malversaciones a la moral, por nuestra propia mano. Sin embargo estamos convencidos de que podemos dejarlo cuando queramos.
Apenas nos levantamos.
Cada vez que vamos al baño.
Mientras vamos camino al trabajo.
Mientras trabajamos. Mientras caminamos.
Mientras conducimos. Mientras almorzamos.
Cada vez que cocinamos.
Apenas nos vamos a la cama.
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Tal vez sea hora de analizarnos en profundidad para ver si tenemos un problema.
Tal vez tengamos más de uno.
Con las bebidas. Con las comidas. Con ciertas sustancias. Con nuestros apetitos y sus rituales. Con todo aquello que trunca nuestra capacidad para librar las batallas diarias que importan, y que caprichosamente ponemos en el camino.
Tal vez todos comiencen solucionándose de la misma manera: tomando nota. No queda otra.
-- Extra--
Si decidís tomar nota (ahora mismo, mañana, de acá a 10 años, "cuando tengas ganas") estas aplicaciones ya están a tu disposición. ------
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