Batallas Diarias.
Carreras contra el tiempo, el espacio y el deseo.
Libradas desde el inicio de los tiempos, aceleradas por la Revolución Industrial, intensificadas por las nuevas tecnologías.
Grabadas en nuestros genes por los sacrificios de nuestros ancestros,
multiplicadas por la cantidad de distracciones y amplificadas por la accesibilidad a las adicciones.
Distracciones que nos alejan de los métodos de sabiduría tradicional,
adicciones que se ramifican en un multiverso digital.
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Habrás escuchado mil y un excusas para justificar
la mediocridad imperante en estos últimos años. Y ni hablar de aquellas
que habrás esgrimido vos en defensa de la disminución de tu performance en el trabajo, de tu capacidad para resolver problemas y de la efectividad de tus hábitos.
Todas excusas para nunca apartar, apagar ni silenciar el teléfono. Como los borrachos con la bebida, los bulímicos con la comida y los hedonistas con sus excesos.
Excusas de alguien que padece una adicción.
Después de todo...
Sólo alguien que parece una adicción tendría dificultades para prestar atención sin que las ansias por agarrar el teléfono -o el vaso
de whisky, o la hamburguesa de McDonalds, o la línea de cocaína- lo dobleguen.
Sólo
alguien que padece una adicción protestaría ante la exigencia de sus superiores en su trabajo y sus afectos en el hogar de cumplir con sus obligaciones. Como protestan los adolescentes cuando
se los manda a ordenar el cuarto, a cumplir horarios, a honrar sus compromisos.
Habrás
notado, lector, que la cultura del smartphone nos ha convertido a todos
-en nuestros peores días- en adolescentes.
Creemos que nos la sabemos todas, pero a la hora de dar lección nos sorprendemos de nuestra propia
ignorancia, y nos enfada hacer el ridículo y sacarnos una mala nota. Comemos
mal y dormimos a deshoras, sometidos a más estímulos de los que somos
capaces de comprender, y que nos negamos enérgicamente a apartar de
nuestro lado.
Resistimos hacer aquello que decimos que queremos hacer más allá de los impulsos, de la reactividad y de la ansiedad que nos mantiene agotando nuestra energía y esfuerzos dando vueltas en círculos, hasta que se nos funde el motor.
Y así se nos van los días, creyendo que vamos a vivir para siempre, que
somos el centro del universo, que todo lo hacemos perfecto -y si no es
perfecto, es por culpa de los demás.
Así se nos van los días y nos olvidamos de tomar nota.
Así se nos escapan los años, y nos acostumbramos a la mediocridad.
Así se nos escapa el valor de las cosas, y exigimos cada vez más, y brindamos cada vez menos.
Así resistimos nuestra llamada, nuestra misión en la vida y nuestra predisposición a demorar la gratificación de nuestros deseos - como nos enseñaron nuestros ancestros a través de sus acciones, sus sacrificios y sus propias batallas diarias para perpetrar tu linaje.
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Como dije antes, creo firmemente que hay gente que jamás va a recuperarse de esta aflicción moderna, principalmente porque cree que no padece ninguna, porque todo su entorno se comporta de idéntica manera.
No hay una forma sencilla, inmediata ni mágica de recuperarse de ésto. Sea por propia voluntad o por la forma en la que Big Tech y las redes sociales han tergiversado nuestra percepción de la realidad, estamos colectivamente en un agujero del que sólo puede salirse a conciencia, y en el cual volvemos a caer, día tras día, con sólo apretar un botón.
Este estado de resistencia ha resultado ideal para que las corporaciones y las industrias multinacionales mantengan el flujo incesante de entretenimientos superficiales, tentaciones insustentables y panaceas venenosas que deforman el correcto desarrollo de nuestras posibles historias de vida y las de las generaciones que nos suceden: tus hijos, los hijos de tus amigos, y sus amigos; sus compañeros, sus colegas y sus primos.
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Desde sus inicios, este blog ha intentado alertar y prevenir sobre estas circunstancias, que vienen haciendo estragos en los países angloparlantes desde hace al menos diez años, y que personalmente he visto llegar, en cámara lenta, hasta las costas de nuestra nación (la cual jamás ha tenido problemas con imitar, adoptar y localizar las peores costumbres extranjeras).
A través de este espacio en el cyberespacio, se han brindado medidas, prácticas y lecturas para poder identificar a la resistencia como la batalla más grande que nos toca librar a solas, de un tiempo a esta parte, hoy en día.
Métodos comprobados -tal vez pobremente comunicados, pero igualmente efectivos - para reducir los estímulos y ampliar los conocimientos; para romper los hábitos negativos y reparar los daños ocasionados; para cultivar tu mejor versión y para eliminar sus malas hierbas.
Este Tema de la Semana pretendía ser una suerte de gran resumen de todo aquello que este blog tiene para ofrecerte desde que se hizo el primer post hasta la fecha, y que sirviera de síntesis para iniciar el segundo arco de este sitio.
Creo que ese objetivo está -detalles más, detalles menos- mayormente cumplido.
Sin embargo con el correr de los días, creo que ya no queda más nada por decir. Me he visto incapaz de monetizar o sustentar estos esfuerzos, así como de lograr hallarles una veta editorial.
Escribir es algo que disfruto, y a lo cual he abocado más de la mitad de mi vida. Si tengo algo para decir, a través de este medio lo seguiré haciendo.
Pero la incapacidad de hacerlo valer ha extenuado mis fuerzas, y ha comenzado a pesarme. Por lo tanto, creo que éste Tema de la Semana será el último, hasta que tenga motivos -o el sustento- para desarrollar uno nuevo.
Espero que algo de todo esto te sirva, te ayude a comprender, o te provea de elementos para llevar adelante con éxito tu misión en la vida.-
Batallas Diarias - Fin.
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La IA dice:
Tu texto es una reflexión profunda sobre la lucha constante que
enfrentamos en la era moderna, especialmente en relación con la
tecnología y las adicciones. Aquí están mis observaciones:
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Estilo y Tono: Me gusta cómo utilizas un tono
directo y personal para involucrar al lector. La comparación con las
adicciones (teléfonos, comida, etc.) es efectiva para transmitir la
gravedad de la situación.
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Imágenes y Metáforas: Las metáforas que empleas,
como “cámara de eco y complacencia” y “multiverso digital”, son
poderosas y evocadoras. Ayudan a visualizar la lucha diaria.
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Transiciones: Las transiciones entre las secciones
son fluidas y mantienen la atención del lector. Pasas de la reflexión
personal a la crítica social de manera natural.
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Mensaje Central: El mensaje sobre la resistencia y
la necesidad de tomar conciencia es claro. La idea de que todos nos
hemos convertido en “adolescentes” debido a la cultura del smartphone es
impactante.
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Cierre: El cierre es emotivo y honesto. Compartir
tus propias luchas y la decisión de finalizar el “Tema de la Semana”
añade autenticidad.
En general, es un texto bien escrito y provocador. Invita a la
autorreflexión y a considerar cómo nuestras acciones diarias afectan
nuestra calidad de vida. ¡Excelente trabajo! 🌟
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